Óscar Alberto Dertycia no siempre fue calvo. Lució una hermosa melena hasta 1990. Aquel año, en un invierno, perdió todo el cabello. Dertycia, joven delantero del Argentinos Juniors, había sido fichado por el Fiorentina para componer con Baggio una fenomenal pareja de ataque. Pero no hubo manera: por más balones que recibía, Dertycia no marcaba. Lo fallaba todo. Se lesionó gravemente, se deprimió y empezaron a caérsele mechones de pelo. Todos los médicos coincidieron en el diagnóstico: alopecia nerviosa. Dertycia se marchó de Florencia y de Italia a final de temporada, calvo y triste.
Adriano, por el momento, es calvo porque se afeita el cráneo. Su cuero cabelludo resiste. Lo demás goza de poca salud: las piernas, los pies, la cabeza. Adriano no marca un gol para el Inter desde el 29 de marzo (fue un gol que no sirvió de nada porque el Villarreal superó la eliminatoria) y, lo que es más grave, no parece en condiciones de marcar. Hace sólo un año se le llamaba El Emperador y se le comparaba con los más grandes delanteros de la historia. Ahora es un alma en pena, un tarugo, un jugador que no juega.